NI UN NOMBRE
Lo parió el 29 de diciembre a las 11.15 p.m.
No lloró la que paría ni el parido.
El llanto era una hipérbole a esta altura.
Tenía más o menos siete versos.
Los contó nadie y nunca. No importaba.
El silencio ya en el sexto era una espina.
Ni un nombre mereció. Y puso el punto.