Esta impunidad me ha entusiasmado. Ruego al invisible dios del aire que me dé un manojo de palabras para darle forma a esta esperanza. Yo pensé que estaba muerto el perro. Pero no.
En esta prosa poética, el protagonista del texto, Borges, (cuyo apellido coincide con el del autor) se despide de alguien (Delia) sin saber que jamás volverían a verse. Se dicen adiós… TÍTULO: DELIA ELENA SAN MARCO Nos despedimos en una de las esquinas del Once. Desde la otra vereda volví a mirar; usted se había dado vuelta y me dijo adiós con la mano. Un río de vehículos y de gente corría entre nosotros; eran las cinco de una tarde cualquiera; cómo iba yo a saber que aquel río era el triste Aqueronte, el insuperable. Ya no nos vimos y un año después usted había muerto. Y ahora yo busco esa memoria y la miro y pienso que era falsa y que detrás de la despedida trivial estaba la infinita separación. Anoche no salí después de comer y releí, para comprender estas cosas, la última enseñanza que Platón pone en boca de su maestro. Leí que el alma puede huir cuando muere la carne. Y ahora no sé si la verdad está en la aciaga interpretación ulte...